El sol le pega con fuerza en los ojos y hace que se despierte. No lleva mucho tiempo dormida. Si no hubiese sido por el astro rey, el dolor de la muñeca la habría despertado igualmente, en cuanto se hubiera movido lo más mínimo. No importa que estés muerta, como ella. El dolor se siente exactamente igual.
Parpadea varias veces, y enfoca la vista hacia su derecha. Sí, las esposas que sujetan su mano a la puerta del copiloto continúan en el mismo sitio.
- ¿Acaso esperabas otra cosa?
- Estúpido. – Murmura ella más por costumbre que por ganas de insultarle, a lo que él responde con una fingida sonrisa.
La primera vez que lo vio pensó que estaba ante la versión joven de Damon Salvatore. Solo que Jairo resultó ser incluso peor que el malo de los hermanos vampiro.